La cartografía poética de Celestino.

Una lectura deleuziana de Celestino antes del alba de Reinaldo Arenas


Antonio Bergel


«Huir es trazar una línea, líneas, toda una cartografía. Sólo hay una manera de descubrir mundos: a través de una larga fuga quebrada», dice Gilles Deleuze respecto a la literatura. En Celestino antes del alba el escritor cubano Reinaldo Arenas traza una línea discontinua hasta dibujar el mapa de una infancia y un mundo que se poetiza en cuanto a escritura otra. En ese nuevo territorio no sólo surge el cuerpo-personaje-niño Celestino, sino también una conciencia poética dis-locada en el mal-decir, es decir, una sintáctica que se desestructura bien en repeticiones poéticas, bien en el balbuceo de este personaje central:

-¡Celestino! ¡Celestino! ¿Qué tiempo dura una ora­ción?

-Mmmmmmm mm m mmmmm m mmmmmmmm.

-Mmmmmmmm mmm mmm.

-Mmmmmm.

-Mmmmmmmmmm.

-MMMMMM MMMM mmmmmmmmmmmm...

Así, Reinaldo Arenas, ejerce una violencia gramatical que conformará su devenir-infancia, esto es, una escritura artística que produce lo real, que crea vida. Entonces, si esta fuga supone la partida de unos poderes sociopolíticos asfixiantes, el escape de una opresión vital –y realmente sucedida: la represión del régimen castrista-, la vía de esta escritura señala, ya de por sí, una posibilidad de vida más personal. Cualquier idea sobre compromiso, según en términos deleuzianos, señalan un empeño vital menor en la propia literatura (aquí la convergencia con los pensamientos de Nietzsche), pero sin abandonar la referencia a los flujos (de poder) externos a ella. De esta manera, infancia y nacimiento poético en Arenas surgen, no sólo como conflicto ético y moral con la realidad, más bien como pensamiento que se escribe en su obra, lugar fabuloso e insular (mapa casi invisible) como aquella isla que, en los mapas oficiales, aparece denominada “Cuba”.